(...)Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos. Pero preguntarse si sabremos encontrar el otro lado de la costumbre o si más vale dejarse llevar por su alegre cibernética, ¿no será otra vez literatura? Rebelión, conformismo, angustia, alimentos terrestres, todas las dicotomías: el Yin y el Yang, la contemplación o la Tatigkeit, avena arrollada o perdices faisandées, Lascaux o Mathieu, qué hamaca de palabras, qué dialéctica de bolsillo con tormentas en piyama y cataclismos de living room. El solo hecho de interrogarse sobre la posible elección vicia y enturbia lo elegible. Que sí, que no, que en ésta está... Parecería que una elección no puede ser dialéctica, que su planteo la empobrece, es decir la falsea, es decir la transforma en otra cosa. Entre el Yin y el Yang, ¿cuántos eones? Del sí al no, ¿cuántos quizá? Todo es escritura, es decir fábula. ¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto? Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. En uno de sus libros, Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz. El tipo murió de un síncope, y el tornillo desapareció apenas acudieron los vecinos. Uno de ellos lo guarda, quizá lo saca en secreto y lo mira, vuelve a guardarlo y se va a la fábrica sintiendo algo que no comprende, una oscura reprobación. Sólo se calma cuando saca el tornillo y lo mira, se queda mirándolo hasta que oye pasos y tiene que guardarlo presuroso. Morelli pensaba que el tornillo debía ser otra cosa, un dios o algo así. Solución demasiado fácil. Quizá el error estuviera en aceptar que ese objeto era un tornillo por el hecho de que tenía la forma de un tornillo. Picasso toma un auto de juguete y lo convierte en el mentón de un cinocéfalo. A lo mejor el napolitano era un idiota pero también pudo ser el inventor de un mundo. Del tornillo a un ojo, de un ojo a una estrella... ¿Por qué entregarse a la Gran Costumbre? Se puede elegir la tura, la invención, es decir el tornillo o el auto de juguete. Así es cómo París nos destruye despacio, deliciosamente, triturándonos entre flores viejas y manteles de papel con manchas de vino, con su fuego sin color que corre al anochecer saliendo de los portales carcomidos(...)
13 comentarios:
Seguro lo escuchaste, te lo dejo igual a modo de regalito perenne de Navidad.
Luis
http://www.youtube.com/watch?v=c58RLkjA-3U
Gracias Luis! supongo que la conoces...por las..
www.juliocortazar.com.ar
Bienvenida sea, Lágrima!!
Luis
Che q bueno, a Cortázar me lo devoro de un toque.
Estepario
Leerlo es un salto al vació. =)
Leerlo te cambia, hay en cada frecuencia, un asombro por descubrir.Me volé con la biblioteca, saludos, Nata
Cada cap. un descubrimiento.
Rayuela para mi es la celebración de todas las palabras. Siempre hay que tenerlo cerca. Saludos, me copó la biblioteca.
Entonces es mejor pactar como los gatos y los musgos, trabar amistad inmediata con las porteras de las roncas voces, con las pálidas y sufrientes criaturas que acechan en las ventanas con una rama seca...
Victor
¡Increíble Rayuela!
La suma de todo lo que se debería comprender y tanto cuesta.
DIVINO!! El segundo libro que plantea el autor es enormemente excepcional, saludos.
Diana
Hola! uno de los mejores, si los hay!
Si bien, todo es un todo, pueden leerse independientemente, tal lo quiso Julio.
Besos.Santiago
Publicar un comentario